ENSAYO SOBRE EL LIBRO

VIENTO DEL ESTE, VIENTO DEL OESTE
Pearl S. Buck



Con la llegada de la industrialización y los avances técnicos que han permitido al hombre “contaminarse” con conocimientos de otras culturas, han llegado también, las consiguientes reservas de uno y otro lado. ¿Estará bien permitir que una extranjera, se case con el miembro de una familia de clase alta? Porque si es así ¿Dónde quedan los mandatos de  la tradición que hacen que esta familia sea bien o mal considerada en una sociedad tan conservadora como la China?
Bien, pues estas son algunas de las preguntas que surgen a lo largo del libro en la voz de la dulce y confundida Kwei-lan, educada según las más estrictas normas de la época que mandaban a las mujeres, variados conocimientos de culinaria, urbanidad, etiqueta, estilismo, música, poesía y claro pies diminutos para lo cual, se la sometió desde niña a la terrible tortura de vendárselos para impedir el libre crecimiento de los huesos y deformarlos a tal punto, que en algunos casos se desataba una gangrena y había que amputarlos.
Tal y como narra su propia visión de China, la protagonista que no ha conocido otro mundo más que ese y el que comienza a mostrársele en cuanto se casa, retrata un país supersticioso y lleno de prejuicios que no obstante,  logra superar, gracias a la paciente conducción del marido. Un Chino, que como ella, pertenece a una familia de alta alcurnia, pero ha seguido sus estudios de medicina en el extranjero y no acepta vivir según los preceptos de sus antepasados.
Poco a poco, la joven esposa va descubriendo que la actitud de su conyugue no denota rechazo hacia ella, sino que más bien él, en su intento por rescatar aquellas cosas que aprendió en occidente busca enseñarle su nuevo rol como mujer; tan digna como el hombre, de recibir respeto y consideración. Casi sin darse cuenta y dado que el único interés de Kwei-lan es agradar a su esposo, va incorporándose en esa vida que él quiere para los dos.
Acepta quitarse las vendas de los pies, y vivir lejos de sus suegros; además, termina por reconocer que aquellos cambios son bastante soportables. Ni qué decir tiene que cuando la tradición ordenaba que el primogénito viviese con sus abuelos, esta moderna pareja, optó por criarlo ella misma, y eso llenó de satisfacción a la joven madre, cada vez más enamorada de su marido y más convencida de su sabiduría.
Pero no todo era color de rosa. Como le habían educado en el respeto y la veneración por la familia, Kwei-lan, adoraba a sus padres; y no soportaba ver sufrir a su madre por la actitud del hijo. Este, también había estudiado en occidente y lo que era peor, se había enamorado de una extranjera por lo cual rompió el compromiso pre-establecido con una mujer de su raza y de su clase social, con lo que la familia sufrió una gran crisis; aunque esto no impidió al heredero renunciar a la fortuna familiar.
Viento del este, viento del oeste, la opera prima de Pearl S. Buck, consigue, en pocas páginas, dibujar un perfil muy preciso del inevitable choque cultural al que se enfrentan las sociedades con la modernidad.
En el caso de China, país que no sólo sirve de escenario al libro sino que además fue  el hogar de la autora durante más de la mitad de su vida, esta inclusión en el mundo global, ha sido más difícil puesto que como se sabe, la China es una cultura muy arraigada en la tradición.
Tanto en éste como en muchos otros de los libros de S. Buck, se observa que la escritora norteamericana conoce en profundidad el rico universo chino, cualidad que la convierte en voz autorizada para relatar las costumbres e idiosincrasia de una cultura que todavía nos resulta extraña.
Su simpatía hacia china se hace evidente, en cada uno de los pasajes del libro, donde, a pesar de cuestionar las tradiciones, su personaje protagonista, introduce al lector, con suavidad y elegancia, en el mundo encorsetado de oriente, donde aspectos inverosímiles como brindar una taza de te con una sola mano puede acabar con el aprecio de la suegra, hacen parte del día a día.
Sorprende actitud de la protagonista quien asume las costumbres rebeldes de su marido, no por convicción, sino porque precisamente, su tradición le ordena obedecerle a ojos cerrados.
Aunque Kwei-lan es inteligente y se cuestiona primero por la actitud del esposo y luego por la suya propia, termina reconociendo en el mundo occidental y en los extranjeros cualidades que la hacen abrirse a nuevas relaciones y nuevos mundos.
Ella, que sufrió tanto cuando recién casada, sentía que no podría aceptar la vida que le mostraba él. Va, absorbiendo, no sin sobresaltos, las costumbres del “otro mundo”; se relaciona con extranjeros y los hace sus amigos, incluso, termina aceptando el matrimonio de su hermano con Mary, una extrajera que a su vez, la acepta a ella y parte de su tradición.
Impecable lección de interculturalidad, o mejor de tolerancia gracias al amor.
El libro, delicioso en su lenguaje y descripción, abre una ventana por donde se vislumbra el camino, un poco tortuoso, no vamos a decir que no, hacia la verdadera aceptación del otro, aunque sea diferente.

Otros libros de la autora

La Buena Tierra, 1931
La joven revolucionaria, 1931
Hijos, 1932
La primera esposa, 1933
La madre, 1934
Un hogar dividido, 1935
El ángel combatiente, 1936
Este orgulloso corazón, 1938
El patriota, 1939
Otros dioses, 1940
La estirpe del dragón, 1942
La promesa, 1943
Pabellón de mujeres, 1946
Retrato nupcial, 1948
Los Parientes,1949
El niño que nunca creció, 1950
La flor escondida, 1952
Mis diversos mundos, 1954
Carta de Pekín, 1957
Puente de paso, 1962
El cañaveral viviente, 1963
Muerte en el castillo, 1964
Las tres hijas de madame Liang, 1969
China como la he visto 1971, libro de memorias.
Yu Lan, el niño aviador de china 1973.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me ha encantado leer tu comentario sobre este libro. He de decir ha sido un placer leerlo. Es frágil y delicioso. Sin poder parar de leer, Kwein-lan me ha cautivado por su inocencia y por saber llevar eso de "estar en medio de todo".

Totalmente recomendable.

Unknown dijo...

Me ha encantado leer tu comentario sobre este libro. He de decir ha sido un placer leerlo. Es frágil y delicioso. Sin poder parar de leer, Kwein-lan me ha cautivado por su inocencia y por saber llevar eso de "estar en medio de todo".

Totalmente recomendable.