El singular y prestigioso neurólogo británico Oliver Sacks, autor de EL HOMBRE QUE CONFUNDIO A SU MUJER CON UN SOMBRERO (1955), da testimonio con este libro, una vez más de su particular sensibilidad humana al referir en 24 historias de sus pacientes los inquietantes “fallos” de la mente.
Ya antes nos había sorprendido gratamente con su muy literario “Despertares” (1974) en el cual se basó la película del mismo nombre y lo sigue haciendo con otros títulos en los que narra los casos más sorprendentes que pasan por su consulta: “Migraña” (1970), “Con Una Sola Pierna” (1984), ''Veo una Voz'' (1989), “Un antropólogo en Marte” (1995), “La Isla de los Ciegos al Color” (1997), “El tío Tungsteno: recuerdos de un químico precoz” (2001), “Diario de Oaxaca” (2002) y “Musicofilia” en 2007.
En el Hombre que Confundió a su Mujer con un Sombrero, Sacks reflexiona sobre cada una de las historias que relata y con esas reflexiones va desvelando su carismática personalidad; la de un hombre de ciencia que se preocupa enormemente por las emociones y sentimientos de sus pacientes.
Se detiene en asuntos que más bien hacen parte de la dimensión “espiritual” de sus protagonistas y profundiza en aspectos que normalmente no serían tenidos en cuenta a la hora de realizar un diagnóstico neurológico.
El libro se divide en cuatro partes, cada una de las cuales agrupa características concretas de cada patología.
En el apartado dedicado a las “Pérdidas“, el autor, se esfuerza por reflejar la situación de pacientes que por algún tipo de lesión cerebral, no pueden sumirse o asumir el mundo como parte de un todo.
Es así como nos presenta a su simpático Doctor P, aquejado de una “Agnosia Cerebral”. En este primer relato que también sirve titulo al libro, la dolencia es descrita de una manera muy comprensible para el lector lego en neurología o psiquiatría; incluso podría decirse que el autor se preocupa por des-dramatizar los hechos, incluyendo anécdotas jocosas derivadas de la situación de un paciente que en su dificultad para reconocer los objetos, confunde la cabeza de su mujer, con su sombrero.
Los distintos grados de amnesia o pérdida de la memoria y sus consecuencias a veces desgarradoras para el paciente como en el caso del Síndrome de Korsakov, reflejan la innegable subjetividad de la mente pues en esta historia, la historia del “Marinero perdido”, el autor pone de manifiesto la capacidad de la memoria para retener imágenes reales o ficticias con la misma intensidad que si hubiesen pasado hoy mismo y obviar por ejemplo los hechos de los últimos 20 minutos.
La Dama Desencarnada, representa un vivo ejemplo de la entereza y fortaleza que pueden aflorar en pacientes con Neuropatías sensoriales y que de la noche a la mañana pierden la capacidad para ubicar cada una de las partes de su cuerpo y controlarlas.
Como salido de un libro de Edgar Allan Poe, parece el relato del “Hombre que se cayó de la Cama”, simplemente porque al despertar, se encontró con que tenía una pierna muerta, extraña, adherida al cuerpo. Una pierna que en realidad era suya aunque el paciente era incapaz de reconocerla o la de la dulce anciana de “Manos” que pudiendo usar las suyas como ojos, pues era ciega de nacimiento, siempre las percibió como una “masa” de cera inútil y desagradable y ya casi al final de su vida y gracias a Oliver Sacks descubrió la increíble cualidad creadora de las manos.
Para las personas que han perdido una parte de su cuerpo, la adaptación a su “nueva” forma implica no sólo aprender a desenvolverse con un miembro menos sino afrontar las dolencias, a veces permanentes del miembro ausente o “Fantasma”. En este apartado, el autor relata varios casos de personas que sufren dolores o molestias en partes del cuerpo que han perdido pero que les ocasionan todavía complicaciones.
El mal de Parkinson, tan común y poco comprendido, tiene un entrañable vocero en el señor MacGregor, protagonista de “A nivel”, en donde se hace patente el gusto de Sacks por las historias con final feliz, y no precisamente gracias a la recuperación del paciente sino más bien porque “gracias a la enfermedad” el afectado recurre a cualidades que han estado latentes y que acuden de forma asombrosamente magnificada a suplir las falencias que le aquejan. En este relato y en “Vista a la Derecha” los protagonistas apelan a su inteligencia y buena disposición para resolver las limitaciones a las que se enfrentan y aprenden a interactuar de forma poco espontánea pero infalible acercándose de la manera más digna a una vida normal.
En “El discurso del Presidente”, el lector se sorprende con la anécdota de un grupo de pacientes afásicos que ven una intervención presidencial por la televisión y que dado su evidente carácter demagógico, resulta divertidamente ininteligible para ellos. Nos encontramos frente a detectores humanos de mentiras. Se sorprendió tanto el propio autor que manifestó: “Esa era, pues la paradoja del discurso del Presidente. A nosotros, individuos normales… con la ayuda, indudable, de nuestro deseo de que nos engañaran, se nos engañaba genuina y plenamente. Y el uso engañoso de las palabras se combinaba con el tono engañoso tan taimadamente que sólo los que tenían lesión cerebral permanecían inmunes, desengañados”.
Para el capítulo de “Excesos”, el autor reservó las historias más impactantes, producidas por patologías que provocan incontrolables comportamientos en los pacientes.
Con “Ray, el Ticqueur ingenioso“, Sacks descubre una nueva visión del Síndrome de Tourette, un mal que aqueja a más gente de la que el propio Doctor pensaba y que trató con una droga llamada Haldol la cual lograba normalizar los movimientos involuntarios del cuerpo pero a la vez, mermaba, en el caso de Ray, sus grandes cualidades creativas y musicales por lo que optó por tomar la medicación de lunes a viernes, y “abandonarse” a sus preciados tics durante el fin de semana.
Al leer la historia de Natasha K, el autor nos lleva a plantearnos seriamente si será que algunas enfermedades deberían simplemente, dejar de tratarse pues sus síntomas son realmente positivos para el paciente. El exceso de bienestar que provoca la “Neurosifilis”, contradictoriamente, despierta la vida interior de quienes la padecen. Y no es la primera vez que lo hace pues durante todo el libro, que está escrito en forma de ensayo, el Doctor Sacks, se cuestiona sobre cómo proceder ante las situaciones que le va planteando cada uno de sus singulares pacientes y a veces, incluso reconoce que sus males, de alguna manera les salvan de la rutina y el hastío de la “normalidad”. Afirma que: “Nos adentramos aquí en aguas desconocidas donde pueden cambiar completamente el sentido todas las consideraciones habituales… donde enfermedad puede ser bienestar, y normalidad enfermedad”.
Este no es el caso del confuso y a la vez ingenioso señor Thomson, quien improvisa como el mejor de los actores pues a cada segundo, debe replantearse la identidad de quien tiene en frente. En un vertiginoso relato, el autor retrata la irrefrenable tendencia de un paciente con Síndrome de Korsakov, a construir y reconstruir sin parar historias que se acomodan a su siempre cambiante visión de la realidad. Al igual que la señora B, en el relato “Sí, padre-hermana“, los pacientes confunden la identidad de las personas y tratan, haciendo gala de un maravilloso ingenio, de sustentar sus “identidades creadas”. Aunque la señora B no padecía de Síndrome alguno, su desorientación era ocasionada por un cáncer en los lóbulos frontales del cerebro que además le producía un efecto de eterna despreocupación que la hacía jocosa, e indiferente a todo, incluso, a su propia enfermedad.
En el capítulo que se titula “Los Poseídos”, Oliver Sacks se detiene en el que es tal vez uno de los más inquietantes “males” que describe en el libro: “El Síndrome de Tourette”. El “Supertourette, es muy raro pero más intenso. Los pacientes aquejados sienten impulsos permanentes, e irrefrenables de los que son tristemente conscientes y por esto, pueden recuperarse o al menos aprender a sobrellevarlo y tal como concluye el autor, la mayoría lo consigue.
La tercera parte del libro,“Arrebatos” está dedicada a los pacientes más nostálgicos y sensibles del Doctor Sacks. Con el caso de “Reminiscencias” el escritor se acerca muy acertadamente a lo que puede significar la relación del ser humano con la música. La Señora O´C oía en su cabeza melodías; tan vívidamente que a veces no podía escuchar lo que le decían los demás y esas canciones la transportaban a su lejana y querida Irlanda. Era como ella misma lo expresaba: “Como volver a la infancia”. Aunque con “Nostalgia Incontinente”, vislumbramos un aspecto diferente al conocer los resultados del tratamiento con L-Dopa en pacientes con “Postencefalitis” (los enfermos de Despertares). Tratamiento que les provocaba una especie de reminiscencia inducida que estallaba en forma de ataques de recuerdos.
“Un Pasaje a la India”, por su parte, narra la feliz historia de Bhagawhandi P quien gracias al efecto benéfico del tumor que padecía y que creció hasta afectar el lóbulo frontal vivió los últimos días de su vida, en una eterna ensoñación que la llevó de vuelta a su ciudad natal en India.
Los excesos de sensibilidad provocados por las drogas y también las percepciones imaginadas de olores y sabores, son descritos de forma amable y condescendiente, al mejor estilo del autor que con “El perro bajo la piel” demuestra cómo la percepciones exacerbadas de la realidad, estimulan la creatividad y la pérdida de alguno de los cinco sentidos puede ser suplida maravillosamente por los artificios de la mente.
La historia de “Asesinato”, el peor de los arrebatos, impacta por la frialdad académica con la que es contada y sin ninguna conclusión sobre qué fue lo que ocasionó el impulso de matar y luego, el de olvidar.
Luego de este espeluznante paréntesis, El Doctor retoma su tono jovial con “Las Visiones de Hildegard”, un interesante análisis de las dolencias que ocasionan esas visiones.
En la última parte del libro, “El Mundo de los Simples”, el autor rinde un sentido homenaje a las personas disminuidas psíquicas. “Rebeca“, “Un Grove Ambulante“, “Los Gemelos“, y “El Artista Autista” son historias de seres marginados por su condición de retrasados mentales pero descubiertos por Oliver Sacks como talentosos seres humanos que sólo necesitaban la oportunidad de poderse manifestar.
Al leer la última página del libro, hemos recorrido el complejísimo universo de las enfermedades neurológicas. Nos hemos sorprendido con los casos y sus protagonistas nos han conmovido de alguna manera. Hemos cambiado o no nuestra forma de ver a los pacientes neurológicos pero sobretodo, hemos ido, de la mano de Oliver Sacks a través de los universos únicos de cada uno de esos seres.
Hoy en día, el Doctor Sacks, continúa sus trabajos con pacientes neurólógicos, da clases y escribe libros. Su inquieto espíritu le ha mantenido en contacto permanente con los múltiples mundos que contiene el cerebro humano y con humildad y desparpajo, comparte sus sorprendentes conclusiones.
Ya antes nos había sorprendido gratamente con su muy literario “Despertares” (1974) en el cual se basó la película del mismo nombre y lo sigue haciendo con otros títulos en los que narra los casos más sorprendentes que pasan por su consulta: “Migraña” (1970), “Con Una Sola Pierna” (1984), ''Veo una Voz'' (1989), “Un antropólogo en Marte” (1995), “La Isla de los Ciegos al Color” (1997), “El tío Tungsteno: recuerdos de un químico precoz” (2001), “Diario de Oaxaca” (2002) y “Musicofilia” en 2007.
En el Hombre que Confundió a su Mujer con un Sombrero, Sacks reflexiona sobre cada una de las historias que relata y con esas reflexiones va desvelando su carismática personalidad; la de un hombre de ciencia que se preocupa enormemente por las emociones y sentimientos de sus pacientes.
Se detiene en asuntos que más bien hacen parte de la dimensión “espiritual” de sus protagonistas y profundiza en aspectos que normalmente no serían tenidos en cuenta a la hora de realizar un diagnóstico neurológico.
El libro se divide en cuatro partes, cada una de las cuales agrupa características concretas de cada patología.
En el apartado dedicado a las “Pérdidas“, el autor, se esfuerza por reflejar la situación de pacientes que por algún tipo de lesión cerebral, no pueden sumirse o asumir el mundo como parte de un todo.
Es así como nos presenta a su simpático Doctor P, aquejado de una “Agnosia Cerebral”. En este primer relato que también sirve titulo al libro, la dolencia es descrita de una manera muy comprensible para el lector lego en neurología o psiquiatría; incluso podría decirse que el autor se preocupa por des-dramatizar los hechos, incluyendo anécdotas jocosas derivadas de la situación de un paciente que en su dificultad para reconocer los objetos, confunde la cabeza de su mujer, con su sombrero.
Los distintos grados de amnesia o pérdida de la memoria y sus consecuencias a veces desgarradoras para el paciente como en el caso del Síndrome de Korsakov, reflejan la innegable subjetividad de la mente pues en esta historia, la historia del “Marinero perdido”, el autor pone de manifiesto la capacidad de la memoria para retener imágenes reales o ficticias con la misma intensidad que si hubiesen pasado hoy mismo y obviar por ejemplo los hechos de los últimos 20 minutos.
La Dama Desencarnada, representa un vivo ejemplo de la entereza y fortaleza que pueden aflorar en pacientes con Neuropatías sensoriales y que de la noche a la mañana pierden la capacidad para ubicar cada una de las partes de su cuerpo y controlarlas.
Como salido de un libro de Edgar Allan Poe, parece el relato del “Hombre que se cayó de la Cama”, simplemente porque al despertar, se encontró con que tenía una pierna muerta, extraña, adherida al cuerpo. Una pierna que en realidad era suya aunque el paciente era incapaz de reconocerla o la de la dulce anciana de “Manos” que pudiendo usar las suyas como ojos, pues era ciega de nacimiento, siempre las percibió como una “masa” de cera inútil y desagradable y ya casi al final de su vida y gracias a Oliver Sacks descubrió la increíble cualidad creadora de las manos.
Para las personas que han perdido una parte de su cuerpo, la adaptación a su “nueva” forma implica no sólo aprender a desenvolverse con un miembro menos sino afrontar las dolencias, a veces permanentes del miembro ausente o “Fantasma”. En este apartado, el autor relata varios casos de personas que sufren dolores o molestias en partes del cuerpo que han perdido pero que les ocasionan todavía complicaciones.
El mal de Parkinson, tan común y poco comprendido, tiene un entrañable vocero en el señor MacGregor, protagonista de “A nivel”, en donde se hace patente el gusto de Sacks por las historias con final feliz, y no precisamente gracias a la recuperación del paciente sino más bien porque “gracias a la enfermedad” el afectado recurre a cualidades que han estado latentes y que acuden de forma asombrosamente magnificada a suplir las falencias que le aquejan. En este relato y en “Vista a la Derecha” los protagonistas apelan a su inteligencia y buena disposición para resolver las limitaciones a las que se enfrentan y aprenden a interactuar de forma poco espontánea pero infalible acercándose de la manera más digna a una vida normal.
En “El discurso del Presidente”, el lector se sorprende con la anécdota de un grupo de pacientes afásicos que ven una intervención presidencial por la televisión y que dado su evidente carácter demagógico, resulta divertidamente ininteligible para ellos. Nos encontramos frente a detectores humanos de mentiras. Se sorprendió tanto el propio autor que manifestó: “Esa era, pues la paradoja del discurso del Presidente. A nosotros, individuos normales… con la ayuda, indudable, de nuestro deseo de que nos engañaran, se nos engañaba genuina y plenamente. Y el uso engañoso de las palabras se combinaba con el tono engañoso tan taimadamente que sólo los que tenían lesión cerebral permanecían inmunes, desengañados”.
Para el capítulo de “Excesos”, el autor reservó las historias más impactantes, producidas por patologías que provocan incontrolables comportamientos en los pacientes.
Con “Ray, el Ticqueur ingenioso“, Sacks descubre una nueva visión del Síndrome de Tourette, un mal que aqueja a más gente de la que el propio Doctor pensaba y que trató con una droga llamada Haldol la cual lograba normalizar los movimientos involuntarios del cuerpo pero a la vez, mermaba, en el caso de Ray, sus grandes cualidades creativas y musicales por lo que optó por tomar la medicación de lunes a viernes, y “abandonarse” a sus preciados tics durante el fin de semana.
Al leer la historia de Natasha K, el autor nos lleva a plantearnos seriamente si será que algunas enfermedades deberían simplemente, dejar de tratarse pues sus síntomas son realmente positivos para el paciente. El exceso de bienestar que provoca la “Neurosifilis”, contradictoriamente, despierta la vida interior de quienes la padecen. Y no es la primera vez que lo hace pues durante todo el libro, que está escrito en forma de ensayo, el Doctor Sacks, se cuestiona sobre cómo proceder ante las situaciones que le va planteando cada uno de sus singulares pacientes y a veces, incluso reconoce que sus males, de alguna manera les salvan de la rutina y el hastío de la “normalidad”. Afirma que: “Nos adentramos aquí en aguas desconocidas donde pueden cambiar completamente el sentido todas las consideraciones habituales… donde enfermedad puede ser bienestar, y normalidad enfermedad”.
Este no es el caso del confuso y a la vez ingenioso señor Thomson, quien improvisa como el mejor de los actores pues a cada segundo, debe replantearse la identidad de quien tiene en frente. En un vertiginoso relato, el autor retrata la irrefrenable tendencia de un paciente con Síndrome de Korsakov, a construir y reconstruir sin parar historias que se acomodan a su siempre cambiante visión de la realidad. Al igual que la señora B, en el relato “Sí, padre-hermana“, los pacientes confunden la identidad de las personas y tratan, haciendo gala de un maravilloso ingenio, de sustentar sus “identidades creadas”. Aunque la señora B no padecía de Síndrome alguno, su desorientación era ocasionada por un cáncer en los lóbulos frontales del cerebro que además le producía un efecto de eterna despreocupación que la hacía jocosa, e indiferente a todo, incluso, a su propia enfermedad.
En el capítulo que se titula “Los Poseídos”, Oliver Sacks se detiene en el que es tal vez uno de los más inquietantes “males” que describe en el libro: “El Síndrome de Tourette”. El “Supertourette, es muy raro pero más intenso. Los pacientes aquejados sienten impulsos permanentes, e irrefrenables de los que son tristemente conscientes y por esto, pueden recuperarse o al menos aprender a sobrellevarlo y tal como concluye el autor, la mayoría lo consigue.
La tercera parte del libro,“Arrebatos” está dedicada a los pacientes más nostálgicos y sensibles del Doctor Sacks. Con el caso de “Reminiscencias” el escritor se acerca muy acertadamente a lo que puede significar la relación del ser humano con la música. La Señora O´C oía en su cabeza melodías; tan vívidamente que a veces no podía escuchar lo que le decían los demás y esas canciones la transportaban a su lejana y querida Irlanda. Era como ella misma lo expresaba: “Como volver a la infancia”. Aunque con “Nostalgia Incontinente”, vislumbramos un aspecto diferente al conocer los resultados del tratamiento con L-Dopa en pacientes con “Postencefalitis” (los enfermos de Despertares). Tratamiento que les provocaba una especie de reminiscencia inducida que estallaba en forma de ataques de recuerdos.
“Un Pasaje a la India”, por su parte, narra la feliz historia de Bhagawhandi P quien gracias al efecto benéfico del tumor que padecía y que creció hasta afectar el lóbulo frontal vivió los últimos días de su vida, en una eterna ensoñación que la llevó de vuelta a su ciudad natal en India.
Los excesos de sensibilidad provocados por las drogas y también las percepciones imaginadas de olores y sabores, son descritos de forma amable y condescendiente, al mejor estilo del autor que con “El perro bajo la piel” demuestra cómo la percepciones exacerbadas de la realidad, estimulan la creatividad y la pérdida de alguno de los cinco sentidos puede ser suplida maravillosamente por los artificios de la mente.
La historia de “Asesinato”, el peor de los arrebatos, impacta por la frialdad académica con la que es contada y sin ninguna conclusión sobre qué fue lo que ocasionó el impulso de matar y luego, el de olvidar.
Luego de este espeluznante paréntesis, El Doctor retoma su tono jovial con “Las Visiones de Hildegard”, un interesante análisis de las dolencias que ocasionan esas visiones.
En la última parte del libro, “El Mundo de los Simples”, el autor rinde un sentido homenaje a las personas disminuidas psíquicas. “Rebeca“, “Un Grove Ambulante“, “Los Gemelos“, y “El Artista Autista” son historias de seres marginados por su condición de retrasados mentales pero descubiertos por Oliver Sacks como talentosos seres humanos que sólo necesitaban la oportunidad de poderse manifestar.
Al leer la última página del libro, hemos recorrido el complejísimo universo de las enfermedades neurológicas. Nos hemos sorprendido con los casos y sus protagonistas nos han conmovido de alguna manera. Hemos cambiado o no nuestra forma de ver a los pacientes neurológicos pero sobretodo, hemos ido, de la mano de Oliver Sacks a través de los universos únicos de cada uno de esos seres.
Hoy en día, el Doctor Sacks, continúa sus trabajos con pacientes neurólógicos, da clases y escribe libros. Su inquieto espíritu le ha mantenido en contacto permanente con los múltiples mundos que contiene el cerebro humano y con humildad y desparpajo, comparte sus sorprendentes conclusiones.
1 comentario:
Me ha encantado la entrevista. La verdad es que el Dr. Sacks debe de ser un hormbre de lo más interesante. Según avanzo en el libro me doy cuenta de que puede explicar la situación más compleja con el lenguaje más sencillo. Hace accesibles enfermedades y casos médicos muy duros y complicados. La verdad es que me está gustando mucho el libro. También he de decirte que si me encontrara en alguna de las situaciones en las que se encuentran sus pacientes, principalmente en las que han sabido adaptarse a su enfermedad, no se si sabría salir tan bien como ellos lo han hecho.
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