Un cuento contado por Virginia Woolf

Virginia Woolf, ilustración de Esther Rodríguez
Erase una vez, una mujer. Había nacido a finales del siglo XIX en medio de privilegios de clase e intelecto y gracias a ello había conocido a la flor y nata de la sociedad culta británica. En el tiempo de la ocupación de Egipto y el reinado de Victoria I;  Adeline Virginia Stephen, lo tuvo todo para ser escritora y lo fue... una gran escritora.
Aun cuando sentía una gran frustración al no poder asistir a la universidad, reservada en aquella época para los hombres, su  padre, Sir Leslie Stephen -fundador del Dictionary of National Biography-  favoreció, siempre la formación intelectual de todos sus hijos, hombres y mujeres; de manera que  desde que fue adolescente, Virginia disfrutó de horas y horas de lectura en la magnífica biblioteca familiar.
Gracias a Thoby, el hermano mayor, la singular muchacha complementó su formación autodidacta con las reflexiones y experiencias que se planteaban en el llamado Grupo de Bloomsbury creado por Thoby. Durante la celebración de estas riquísimas veladas,  Victoria conoció al que más tarde sería su marido y sin duda el hombre más importante en el desarrollo de su oficio de escritora:  Leonard Woolf,  teórico y político que supo afrontar los altibajos emocionales y mentales de su frágil esposa.
Virginia Woolf, era un alma inquieta, siempre en búsqueda de lo que ella llamaba "eso". Fue maestra universitaria, crítica literaria, y escritora dotada de una imaginación desmedida, potenciada, quizás, por los  trastornos bipolares que sufría frecuentemente; lo cierto es, que la mayoría de sus obras fueron terminadas en esos momentos de pérdida casi total  de la noción de la realidad porque tenía la sorprendente habilidad de filtrar sus experiencias a tal punto, que lograba convertirlas en parte de sus novelas; expresándolas en las vivencias de algunos de sus personajes.

Experimentó con novedosas formas narrativas buscando englobar la esencia, la complejidad humanas, el existencialismo, las grandes preguntas de la humanidad  leídas  directamente desde el cerebro de sus protagonistas. Con indiscutible talento abrió las puertas del alma de su personajes presentándonoslos en sus formas más sutiles, más inmateriales; porque lo que verdaderamente le interesaba era mostrarnos esa realidad que no se ve pero que sinembargo está.
Tras superar sus accesos de locura, la escritora recordaba gran parte de lo ocurrido y una vez, recuperaba el equilibrio emocional, comenzaba un nuevo libro. Afirmaba: "Esto es lo que me espanta de mi melancolía: ves pasar una aleta a lo lejos, un atisbo de la esencia de la realidad". Era como si quisiera aprovechar cada segundo de lucidez en pos de la literatura, a la que dedicó toda su vida.
El día 28 de marzo de 1941, por la mañana, a los cincuenta y nueve años de edad, Virginia Woolf se ahogó voluntariamente en el río Ouse, cerca de su casa de Sussex.
Dejó dos cartas de despedida, una a su hermana y otra a su marido done le expresa su profunda gratitud y sobre todo el temor a la aparición de una nueva crisis de la que está segura, no se recuperará.
El legado de la brillante escritora es indiscutible: Fin de viaje (The Voyage Out), 1915 Noche y día (Night and Day), 1919 El cuarto de Jacob (Jacob's Room), 1922 The Common Reader (Primera parte), 1925 La señora Dalloway (Mrs. Dalloway), 1925 Al faro (To the Lighthouse), 1927 Orlando (Orlando: A Biography), 1928 Una habitación propia (A Room of One's Own), 1929 Las olas (The Waves), 1931 The Common Reader (segunda parte), 1932 Flush (Flush: A Biography), 1933 Los años (The Years), 1937 Tres guineas (Three Guineas), 1938 Roger Fry (Roger Fry: A Biography), 1940 Entre actos (Between the Acts), 1941 Póstuma, son verdaderas joyas de la literatura, todas ellas plantean una nueva forma  narrativa en la que los protagonistas son vistos desde dentro. Después de Virgina Woolf el mundo de la literatura no es el mismo.


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