Análisis literario de HUYE RÁPIDO, VETE LEJOS de FRED VARGAS

1. EL AUTOR Y SU OBRA
Fred Vargas (Paris 1957) es el seudónimo bajo el cual se oculta una prodigiosa escritora francesa de novela negra. La persona que está detrás de tan rotundo alias es una arqueóloga e historiadora de nombre Frédérique Audoin-Rouzeau, Fred es el diminutivo de Frédérique y Vargas viene del seudónimo que su hermana gemela, la pintora Jo Vargas, tomó prestado del personaje de Ava Gardner en la película la condesa descalza. Ha trabajado durante 20 años como arqueozoologa estudiando las pulgas que causaron la peste negra del siglo XIV, entre otras investigaciones indescriptibles.
También ha inventado una capa y una máscara de plástico contra el contagio de la gripe aviar que un día enseñó a un atónito ministro de Sanida francés.
Empezó a publicar novelas policíacas hace cerca de dos décadas, aunque el éxito le empezó a llegar hace sólo una hasta convertirse en una de las más vendidas.
Durante años, Fred Vargas escribía sus novelas durante tres semanas de vacaciones, a un ritmo de trabajo de quince horas diarias, de una tirada, sin notas previas, sin un esquema al que ceñirse.
Ha obtenido un gran éxito de crítica y público. Ha recibido, entre otros, el Prix mystère de la critique (1996 y 2000), el Gran premio de novela negra del Festival de Cognac (1999), el Trofeo 813 y el Giallo Grinzane (2006).
Fred Vargas asegura que sus tres grandes referencias literarias son el filósofo Jean-Jacques Rousseau y los novelistas Ernest Hemingway y Marcel Proust. Del primero ha sacado una idea de la relación entre el hombre y la naturaleza; del segundo, el individualismo moral, y del tercero, el arte de la digresión.
LIBROS:
La tercera virgen 2008
Sin hogar ni lugar 2007
Más allá, a la derecha 2006
Bajo los vientos de Neptuno 2006
Huye rápido, vete lejos 2005
El hombre del revés 1999
El hombre de los círculos azules 1996
Que se levanten los muertos 1995
Los que van a morir te saludan 1994
Más allá, a la derecha comienza con una situación muy habitual en una gran ciudad como París: un perro hace caca en la rejilla de un árbol, pero la acción de los elementos provoca que desaparezca toda la materia orgánica, dejando a la vista algo inusual: un trozo de hueso humano, de un pie. En circunstancias normales esto no hubiera llamado la atención de nadie, lo que pasa es que la persona que estaba justo al lado del árbol era Louis Kehlweiler, “el alemán”, un implacable investigador que había pertenecido al Ministerio del Interior francés y que ahora se ha de dedicar a las traducciones y a resolver misterios por su propio placer. Así que “el alemán”, acompañado de su inseparable sapo Bufo y con la ayuda de Marc Vandoosler, uno de “los tres evangelistas”, decide investigar lo que considera un asesinato, ya que difícilmente el dedo del pie puede haber llegado al estómago del perro de una manera natural.
La Tercera virgen. El fantasma de una monja del siglo XVIII que degollaba a sus victimas, cadáveres profanados, pociones mágicas que aseguran la vida eterna, un rival del pasado mas lejano que habla en verso……….. Con todo esto se encontrará el comisario Adamsberg en esta inquietante y negrísima novela de Fred Vargas. La resolución de este complicado puzzle podría volver loco a cualquiera, pero no a Adamsberg. El comisario conseguirá descubrir la verdad, aunque ello le cueste no la razón sino el corazón.
2. ARGUMENTO
El argumento es el siguiente: Joss, un viejo marinero bretón que para ganarse la vida se ha visto obligado a recuperar un oficio parcialmente olvidado. El de pregonero. Todos los días en un par de sesiones lee los mensajes que, junto con un pequeño pago, algunos parisinos introducen en su urna; ofertas de compra-venta, mensajes de amor, advertencias... pero desde hace algún tiempo el pregonero recibe extrañas misivas con un significado no demasiado claro pero que evidencian el alto nivel cultural de su autor. ¿Se trata de un bromista? ¿Es un loco? Su bisabuelo le murmura al oído: «Ten cuidado Joss, no sólo hay cosas bonitas en la cabeza del hombre».
Al mismo tiempo, el comisario Adamsberg investiga las apariciones de unas extrañas inscripciones en las puertas de un edificio de la ciudad del distrito 18 de París. Debajo aparecen tres letras: CLT. El comisario Adamsberg las fotografía y titubea: ¿es una simple pintada o una amenaza?

3. PERSONAJES

Adamsberg Jean Baptiste: Comisario jefe
Joss Le Guern: Pregonero
Damas Viguier: Dueño tienda deportes
Hervé Decambrais (Ducovedic) Dueño pensión
Bertín: Dueño Café El Vikingo
Danglard: Capitán de policía
María Bell: Hermana de Damas
Lizbeth Glaston: Inquilina-ayudante Pensión
Evelyn Curie (Eva): Inquilina pensión
Marc Wandoosler: Medievalista
Mané: Abuela de Arnaud
Camille Forestier: Novia Comisario
Armand Vandoosler: Tío Marc (antiguo comisario)



4. ANALISIS

El rencor y el dinero son los motores de una serie de asesinatos que una mente diabólica quiere presentar como un nuevo advenimiento de la peste negra. La descripción de personajes como el bretón Joss, el comisario Adamsberg, el capitán Danglard o el culto Decambrais, es maravillosa. Estos personajes son entrañables, y totalmente estrafalarios, con diálogos inteligentes y unos comportamientos a veces ridículos, a veces delirantes. Una lectura fácil y dinámica, que une historia, género negro y misterio. Avanza lentamente, hasta que empieza a coger velocidad, a atar cabos, y ya no podemos dejar de leer hasta el final, y cuando terminamos queremos “correr rápido” a comprar el siguiente libro, porque quedamos enamorados de sus personajes.

5. ANEXOS
Rosa MONTERO dice en un articulo publicado en El País:
"La novelista francesa Fred Vargas logra atrapar al lector con historias tan imposibles como fascinantes. Es una hechicera de las letras, original e imprevisible"
"Posee una libertad creativa extraordinaria. Sus libros muestran una total ausencia de miedo al ridículo"
"Es una maldita hechicera"
"Ella Fred, debe ser así, como sus libros; así de rara, así de maniática, a ratos pedante, en buena medida incoherente e infantil en sus planteamientos, disparatada, definitivamente extravagante. Pero poderosa y, sobre todo, distinta. Hay algo en ella tan original que roza lo alienígena".
ENTREVISTA: El enigma Fred Vargas
OCTAVI MARTÍ 02/02/2008
"¡Yo no escribo novela negra sino novela de enigmas!", declara la escritora francesa, que publica La tercera virgen. "El comisario es el héroe; el asesino, el minotauro, y las falsas pistas son el laberinto. Con esos elementos juego cada vez".
La cita es en un café de su barrio, a doscientos metros de su casa. Ha sido difícil obtenerla porque ella anda ocupadísima en la defensa de su amigo Cesare Battisti, antiguo refugiado político en la Francia de Mitterrand y hoy encarcelado en una prisión brasileña en espera de su extradición hacia Italia, donde ya fue condenado -en rebeldía- por un crimen que él asegura no haber cometido. "Todo el juicio descansa en el testimonio de un arrepentido, un personaje que, a base de denunciar a otros, ha obtenido la libertad", explica Vargas, que ha escrito un libro-dossier sobre el caso: La vérité sur Cesare Battisti. El hecho de que ahora se descubra que un antiguo ministro italiano de Justicia aceptaba sobornos de la Mafia la ratifica en su convicción sobre la inocencia de Battisti. La responsable de prensa de la editorial -Éditions Viviane Hamy- me ha prevenido: "No le hable de Battisti o no conseguirá hacerle hablar de ningún otro tema"."La novela de enigmas es un libro que intenta identificar un peligro. Es una novela de vida o muerte"
"¡La última la he vuelto a escribir en tres semanas! Nada que hacer. Debo ser así. El lenguaje me proporciona las ideas"
Fred Vargas (París, 1957) ha cumplido los 50 pero tiene facciones de bebé. Habla sin levantar la voz, incluso cuando se refiere a temas que le apasionan. En el café no se puede fumar, como en todos los lugares públicos en Francia, y eso la obliga -nos obliga- a interrumpir la entrevista de cuando en cuando y a salir a la calle. Cambiamos de tema. "Todas las estadísticas sobre el tabaquismo pasivo son falsas. La lucha contra el tabaco sirve para focalizar la atención en algo que no tiene importancia. Mientras, el planeta sigue recalentándose y el hielo de los polos fundiéndose. Cuando en París el agua nos llegue a las rodillas aún habrá idiotas que seguirán preocupándose por el tabaco".
Ahora Siruela, en su colección Nuevos Tiempos, publica La tercera virgen, la traducción castellana de Dans les bois éternels, publicada en francés en abril de 2006 y de la que se han vendido más de 400.000 ejemplares en su idioma original. Fred Vargas se ha convertido en un fenómeno pues la publican en 35 países y más de cinco millones de personas han comprado sus libros. "Del primero vendí 1.500 ejemplares. Y los que escribí después, en 1986 y 1987, L'école du crime y Los que van a morir te saludan, no fueron publicados hasta años después. Las editoriales no los querían, me decían que no casaban con su línea, que no encajaban en el molde de lo que se ha dado en llamar novela negra. ¡Y es que yo no escribo novela negra sino novela de enigmas!". Y no tiene el menor reparo en declararse admiradora de Agatha Christie, tan poco estimada por los partidarios de la novela negra pura y dura -"en Agatha Christie no hay música, sólo sonido", dice, para resumir las prodigiosas mecánicas ideadas por la novelista británica-, al tiempo que reconoce que las suyas no son tampoco meras charadas que se proponen al lector: "Mire, el arte es un medicamento. Nos ayuda a vivir. Entre todos los animales, el hombre es el único que se ha inventado la creación artística. La necesitamos para escapar de la realidad y poder volver a ella y mirarla a los ojos".
Lo dice ella, que se oculta tras un seudónimo. En realidad o, mejor dicho, en la vida administrativa, Fred Vargas se llama Frédérique Audoin y durante más de veinte años ha trabajado como investigadora, concretamente como arqueozoóloga. "Me he ocupado de la historia de la transmisión de las epidemias, concretamente de la pulga que transmitía la peste. Y también de la economía en la Edad Media a partir del consumo de carne, un estudio que parte de otro sobre el tamaño de los animales de labor. Los bueyes romanos eran mucho mayores que los que existieron dos siglos después de la caída del imperio. A base de cruzar razas los romanos lograron bestias que daban más carne o más leche. Pero modificar el volumen muscular o de carne no es difícil mientras que lograr esa modificación en la estructura ósea lleva siglos. Por eso, a partir de un cierto momento, hay que ayudar a parir a los animales y muchos de ellos nacen muertos o con deformaciones". La comparación entre la arqueología y la medicina forense es obvia y en las novelas de Vargas el paralelismo es evidente.
La coexistencia entre los dos mundos, el de la investigación y el de la novela policiaca, no siempre ha sido fácil. "Quería escribir una novela, para divertirme, y eso coincidió, en el tiempo, con el momento en que preparaba mi concurso de entrada en el CNRS (Centro Nacional de Investigación Científica). Mi hermana gemela, Jo, que pinta, había adoptado el apellido Vargas en homenaje a María Vargas, el personaje que interpreta Ava Gardner en La condesa descalza, y yo, como no puedo separarme de ella, también pasé a ser Vargas, Fred Vargas. Así nadie supo nada en el CNRS".
Jo, la hermana, es la primera lectora de sus novelas. Y se las comenta de manera muy sucinta, anotando los márgenes con smileys, esos rostros sonrientes, serios, carcajeándose o llorando que ha adoptado la informática. "En La tercera virgen, Jo me decía que había que sacar la historia del gato, que era increíble, que nadie iba a tragarse aquello. Pero esa vez no le hice caso. Me divertía demasiado imaginar una cuadrilla de hombres, unos en helicóptero, los otros en coche, siguiendo a un gato que les ha de conducir hasta donde está oculta una mujer. La idea misma de un monstruo mecánico dependiendo de los caprichos de una gata gordita me parece poética y divertida". Y es cierto que lo es y que da pie a uno de los mejores capítulos del libro. Aunque quizás no sea realista. "Pero es que yo no soy realista. Me preocupo por la realidad, eso sí".
En casi todos sus libros asistimos a una confrontación entre dos mundos, el de París, que es una ciudad contemporánea pero algo imprecisa, y el campo o la alta montaña, Normandía o una región vecina a los Alpes. O los bosques de Quebec. "Nunca incluyo detalles sobre marcas como tampoco doy títulos de canciones ni explico si el coche tiene radio o tocadiscos para evitar que se pueda datar con exactitud lo que cuento. De la misma manera, tampoco hay referencias explícitas a la política. Si los hombres hacemos arte no es para repetir la vida, para hacer un doble de la vida. Y eso ya era así cuando vivíamos en cavernas. Creamos a partir de lo real pero lo desfiguramos, lo exageramos, lo miniaturizamos o le damos un carácter grotesco. Eso nos permite ver la realidad bajo otro prisma y comprender mejor y aceptar. Pero para que la creación artística funcione, para que tenga las virtudes terapéuticas que yo le atribuyo, hace falta que no esté demasiado alejada de lo real. Si es una abstracción, si no hay permeabilidad entre arte y vida, entonces el trasplante no funciona, se produce un rechazo. Fíjese, usted no podrá transcribir esta conversación tal cual, sin ordenarla, sin cortar las repeticiones, las vacilaciones, sin buscar una mayor intensidad. Si se limita a copiar lo que oiga en su magnetófono, entonces eso será ilegible. No parecerá real. Para que las cosas parezcan reales, el arte sabe cómo hay que falsificar".
El tema de la gemelidad aparece varias veces en sus novelas. En la última, el comisario Adamsberg se encuentra con un casi gemelo, Veyrenc. Y en otras novelas, como Huye rápido, vete lejos, el personaje de Damas también tiene una suerte de gemelo. En algunas los protagonistas son tercetos o tríos -de estudiantes, de historiadores, de funcionarios de policía, etcétera-. "Además de mi hermana Jo, tengo un hermano mayor, que nos lleva dos años. Me he inspirado en él, en Jo y en mí misma para la serie de los Evangelistas. No somos reconocibles pero somos nosotros. Y es nuestra manera de funcionar como hermanos".
Lejos de París -pero también en París- coexisten todos los tiempos. Hay aviones pero también hombres-lobo, se mira la televisión pero también encontramos libros en latín y pócimas que garantizan la inmortalidad. El mundo aparece con todos sus estratos superpuestos. Y hay que saber cavar para distinguir entre ellos. "Lo notas con los dedos. La textura de la tierra no es la misma. Son capas superpuestas que, cuando excavas, tienes que evitar mezclar para no estropear lo que quieres desenterrar".
No admite los reproches que se le hacen a la "novela de enigmas", a saber, que es una novela del orden y que su estructura es fruto de una mera combinación mecánica, previsible. "La novela de enigmas es un libro que intenta identificar un peligro. Es una novela de vida o muerte. Cuando no puedes resolver tus angustias, tus temores, los representas en una novela. La ficción te permite reconocerlos. Saber. Avanzar para volver al mismo tiempo pero tranquilizado. Es la función de los cuentos. Te ayudan a dormir. Y de los mitos".
Se ha dicho y escrito que en Edipo está la génesis de la novela policiaca. No es Fred Vargas quien lo desmentirá. "El mal, el demonio, la amenaza no identificada, es el minotauro. Y el héroe, al que nadie ha llamado, que ha llegado ahí por azar, tiene como misión identificar y vencer al minotauro. Para ello tiene que atravesar el laberinto y en ese difícil camino sólo cuenta con la ayuda del hilo de Ariadna". Ese esquema es el que ella usa y repite en sus libros. Es un esquema que permite mil variaciones. "En la Edad Media, con otros dioses, otro sistema económico, otros valores, los hombres se inventan el dragón. O el ogro. U otro tipo de encarnación del mal. Que está en el centro del bosque, en un castillo o cueva. El caballero o héroe tiene que cruzar un bosque muy peligroso, que se cierra tras él. Es la transposición perfecta del laberinto. Pulgarcito tira piedras para no perderse. Es una forma nueva del famoso hilo. Y si el héroe vence al dragón-minotauro, entonces puede salvar a la princesa. O despertarla con un beso. Y encontrar el cofre en el que están las piedras preciosas".
Princesa y joyas. Sexo y dinero, dirán algunos. No Fred Vargas. "No, porque las joyas, las piedras preciosas, en el mundo medieval, son un símbolo del conocimiento, del saber. La mujer mala, al hablar, lanza sapos por su boca mientras que la mujer sabia lanza rubíes o esmeraldas. Y nadie los recoge porque su valor es el de la sabiduría. De la misma manera, la mujer no representa el sexo sino el equilibrio, la armonía, la complementariedad". Y del mito griego o del cuento infantil, a la novela de enigmas. "El comisario es el héroe; el asesino, el minotauro, y las falsas pistas son el laberinto. Con esos elementos juego cada vez".
Durante años, Fred Vargas escribía sus novelas durante tres semanas de vacaciones, a un ritmo de trabajo de quince horas diarias. De una tirada, sin notas previas, sin un esquema al que ceñirse. Sin red. "Lo importante es identificar el mal. Cuando arranco una novela tengo unas pocas ideas, algunas situaciones, pero luego me dejo llevar. Por ejemplo, que la brigada de estupefacientes le quiera quitar el caso a Adamsberg sucede porque al escribir un diálogo entre éste y el jefe de aquélla resultó que dicho jefe me salió antipático". Tras el enorme éxito de sus novelas y, sobre todo, tras haber investigado sobre los dos temas que le apasionaban, Frédérique Audoin se ha tomado un tiempo de "disponibilidad" en el CNRS. Para dedicarse sólo a escribir. Para dejar de redactar sus novelas en tres semanas. "¡Pero la última la he vuelto a escribir en tres semanas! Nada que hacer. Debo ser así. Hubiera podido hacer una página al día o avanzar con un planillo perfecto, pero me ha sido imposible. Sigo descubriendo la novela mientras la escribo. Es el lenguaje el que me proporciona las ideas".
Asegura que sus tres grandes referencias literarias son el filósofo Jean-Jacques Rousseau y los novelistas Ernest Hemingway y Marcel Proust. Del primero ha sacado una idea de la relación entre el hombre y la naturaleza; del segundo, el individualismo moral, y del tercero, el arte de la digresión. Y de la sentencia: "Si quieres comenzar historias, hazte profesor; si quieres acabarlas, sigue de poli", o "las historias se escriben para evitar que ocurran en la vida". Se inventa calles en París o largas citas eruditas en latín, es una persona muy documentada pero evita hacer exhibición de su saber. Y si cree en la eficacia del arte como medicamento también cree que hay formas de relato que están incrustadas en el inconsciente colectivo. "La novela de enigmas juega con lo que los griegos llaman la catarsis. De las buenas novelas negras se dice que no se sale indemne de su lectura. Son obras que comportan un viaje y un desplazamiento. En las mías, el lector tiene que haber aprendido algo, debiera ser algo más sabio sobre sí mismo al terminarlas, pero de ningún modo quedar sumido en una depresión durante dos semanas. Yo le dejo en el punto de partida. Indemne pero, si todo ha ido bien, algo cambiado".
Esa obstinación en la idea de que un mundo mejor es posible es la que la impulsa a dedicar horas, dinero y esfuerzo a la causa de Battisti. "Sarkozy sabía dónde estaba desde siempre, pero nos ha dejado creer que él había conseguido escapar. Le ha detenido cuando lo ha considerado oportuno". O a la lucha por salvar el planeta. De una novela sobre la peste ha pasado a interesarse en profundidad por la gripe aviar, por el peligro de que se convierta en una epidemia mortal. De pronto me pide el bolígrafo y mi libreta y me dibuja la capa y la máscara de plástico, muy sencilla, con la que cree que podrían protegerse las personas. Se la presentó al anterior ministro de Sanidad. "Es segura en un 91% o 92% de los casos. El virus de la gripe aviar puede resistir unas tres horas al aire libre. Es fácil que pueda transmitirse. Y sería a través del hombre. En una situación de ese tipo la civilización dura un máximo de tres días. El barniz que nos protege de atacarnos unos a otros saltaría en esos tres días. Cada vecino sería visto como una amenaza. Una situación así crea unos dramas que tardan muchos años en cicatrizar. Mi capa y mi máscara son eficaces y baratas. Las hay más eficaces pero muchísimo más caras, imposibles de repartir entre la población".
Ese apocalipsis de una peste contemporánea no le parece inverosímil. Además, se ha informado sobre la capacidad de mutación del virus, que siempre le hace llevar ventaja respecto a las vacunas, que se conciben de acuerdo con las características del virus anterior. Su capa y su máscara se las ha hecho probar a su hijo y a su madre. "Un día, al llegar a casa, me encontraron dentro de esa ropa de seguridad de plástico. Primero se pensaron que me había vuelto loca, pero luego, cuando les expliqué, vieron que esa locura puede acabar convirtiéndose en realidad, en el demonio del siglo XXI".
Le interesan las formas concretas de la lucha política. Por ejemplo, sigue publicando en la misma pequeña editorial a pesar de las ofertas millonarias que le han hecho los grandes grupos. "Los autores tenemos que ser responsables. No se puede criticar a Hachette, quejarse de su condición de monopolio, de que edite libros al mismo tiempo que vende cañones, del control de la prensa, la radio y la televisión por los grandes grupos, y al mismo tiempo dar todas las ganancias a esos mismos grandes grupos. Si cuando eres un autor desconocido sólo te publican los pequeños, cuando empiezas a ser conocido debes aportar tu éxito al editor que te ayudó a arrancar. Si queremos editores independientes, los escritores debemos comenzar por querer serlo también nosotros. Además, la gente de Viviane Hamy no habla de poner mi foto en grandes carteles ni de lanzar mi novela siguiente a base de una gira promocional. Saben que no tengo ningún deseo de ser reconocida por la calle, que no voy a programas de televisión ni de radio y que no pienso escribir una columna semanal en los diarios hablando de lo divino y lo humano. Sólo quiero seguir escribiendo y preocupándome de lo que de verdad creo que vale la pena". -

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